lunes, 25 de mayo de 2009

Un niño sin boca

De pequeño conocí a un niño sin boca,
De ojos secos, mano temblorosa.
Un niño que se esconde en letras.
Conocí a un niño añil, un crío
Que era objeto y fusil. Un arma sin devoción.

El pobre no tenía labios, no tenía dientes.
Conoce el mundo a través de la franqueza
De un silencio. No se le escucha.
Tal vez no quería ser oído. No se le siente.

Conocí de pequeño a un niño
Que no hablaba con los ojos. Sus pupilas
Eran sequías. Sus manos eran
Las que, por sus ojos, lloraban tinta.

De pequeño conocí a un niño sin boca,
Tímido y esquivo, tras símbolos que forman su nombre.
Ellas le protegen, le cubren como
Una crisálida. Y él no quiere salir.

Disimulado, silencioso, frágil.
Sigiloso asesino, amante callado.
El niño vestía de azul. No quería ser visto.
Lo vi escribiendo un poema.

Aquél poema contaba lo triste
Que le resulta hacer daño, pero es
Lo que mejor sabe hacer. Por ello prefiere
Arañar sus propios versos contra él.

De pequeño conocí a un niño sin boca
Del que me enamoré. Y lo amé.
Y sentí la necesidad de hacerle gritar,
De ser su inspiración. Y lo fui.

viernes, 22 de mayo de 2009

Nanas

Las notas y los silencios son el pasaporte.
Acorde al compás sigue el cierre
de mis ojos. Un, dos, tres. Un, dos, tres…
Músculos tensos ya calmados,
nervios que desaparecen con suspiros.
Vuelvo a necesitar nanas
para dormir.

jueves, 21 de mayo de 2009

Pequeñas píldoras (II)

Asústate cuando las canciones de amor tengan sentido.

domingo, 17 de mayo de 2009


La luz de un cigarro te delata
entre la oscuridad en la que nadas.
Te has puesto guapa, tu uniforme
es una sonrisa y tus tacones.
La falda corta y la moral alta.
Eres puta,
y tu coño lo disfruta.

Te olvidas del amor esta noche.
En realidad no lo ves en todo el día.
No conoces los insectos, solo un broche
con forma de libélula a modo de recuerdo.
¿Qué más dará? No hay tiempo.
Galleguiña de ojos de espejo, das
algo que no has conocido.

Galleguiña de corazón virgen,
noche tras noche trabajas
siendo feliz con lo que haces.




Realmente espero no ofender a nadie por utilizar el término "galleguiña". No tengo nada en contra de Galicia ni de sus habitantes. Resulta que antiguamente a las prostitutas se las llamaba "gallega" porque muchas venían del norte, un caso casi calcado de lo que sucede hoy en Argentina y los emigrantes españoles. De veras que no tengo ánimo de ofender a nadie, ni pienso que todas las gallegas con mujeres de vida alegre (y si lo son, olé su coño...).

sábado, 16 de mayo de 2009

Sin título

He encontrado belleza en el silencio. He comprendido que la belleza brilla en su ausencia, porque las cosas son más bonitas cuando las echamos de menos. Si me siento en cualquier banco de la Alameda recordaré los momentos sin nombre en los que fui feliz; si paso por aquél descampado en el que solo había una boca que enseñaba a otra cómo se debe amar, me acordaré de los tres años de inestabilidad y falta de orgullo que conllevaron aquella noche; y solo con ver los ojos de aquella persona puedo volver a notar el sentimiento de culpa y mi odio contra mí mismo por hacerle tanto daño. Tres ejemplos entre unos cuantos más. Demasiados para mi corta edad, pienso a veces. Poco tiene que ver aquí qué clase de sentimientos me provoquen, el caso es que los siento y los recuerdo como bonitas e interesantes historias que contar.

Y ahora me encuentro a las puertas de otra posible historia. Me sitúo frente a un posible nuevo olor, una nueva sonrisa, una posible nueva historia… Y es justo ahora cuando recuerdo todo lo anterior, como si mirara a todos los momentos antes vividos pidiéndoles su aprobación. ¿Merece la pena? ¿Puedo arriesgarme otra vez? Estas y otras preguntas las llevo apuntadas en un papel para que él las responda. Eso sí, sólo en caso de que yo me atreva a llamar y, mucho más importante, él me abra la puerta. Estoy muy nervioso, puedo notarlo en mis letras. He vuelto a los soliloquios confusos, pero con variaciones: ya no me reprocho nada, que es lo más importante. Pase lo que pase, es simplemente una anécdota más que contarles a mis nietos. Es una bonita filosofía, pero difícil de llevar a la práctica.

Pero, como decía, lo importante es la belleza del silencio, lo bonito que quedan los campos que veo desde mi ventana cuando ha pasado una tormenta, especialmente cuando los recuerdo en días de sequía, tan comunes al sur de España (¡y olé!). En verano echamos de menos el frío y en invierno nos morimos por el calor del sol. Precioso es aquello que no está. Recordamos como una descarga eléctrica de placer la más mínima caricia de la persona amada. ¿Por qué tanto sufrimiento cuando echamos de menos a alguien, si recordándolo es cuando más disfrutamos de él? Por eso me acuerdo de todo esto ahora: tengo cierto miedo a no echar de menos la asesina sensación de cosquilleo en la tripa y a no esperar llamadas del móvil bajo la almohada. Tengo miedo a que enamorarse pierda la belleza que tiene, a que toda la violencia del amor se vuelva un mero recuerdo añejo. Empiezo a delirar.

viernes, 15 de mayo de 2009

Pequeñas píldoras (I)

Si quieres evitar a la muerte, se su amiga y hazle favores.

Nihil

Nada. No hay palabras. Sólo una ligera sonrisa de sorpresa en mis labios, una leve curvatura en mi ceja. Curioso...

lunes, 11 de mayo de 2009

Falsa alarma

Tumbado, quieto, no te espero.
La hierba me acompaña, solos
Ella y yo en abierta intimidad.
Arriba en el aire
Cuelgan cables. Su murmullo
Se une a nuestro verde aquelarre.
No te espero, no. Ni te veo.

Pero tú te acercas, agridulce
Y conflictiva, en vuelos cortos
Y violentos. (No has cambiado nada)
Con un golpe de viento te
Has querido pegar a mí.
Pero verte no puedo. Ni verte quiero. Miedo.

Me permito el lujo, la
Imprudencia de abrir los ojos.
Te imaginaba azul, con alas
Hechas de luz.
Te inventaba en la perfección.

Te imaginé,
Pero no eres lo que creí.
Roja, mal camuflada, previsible.
No eres Tú.

No eres Tú.
Fácil de ver, cómoda
En tus movimientos.

Cerraré los ojos, y volveré
Junto a la hierba y los cables.

Tu imagen ya se me ha olvidado.


miércoles, 6 de mayo de 2009

Regreso

No debe ser sano, el querer
Volver a todo lo anterior.
Parece mentira. Incluso es
Curioso verme en la misma situación.
Sólo he necesitado un día para curarme,
Y unas horas para volver a ser Yo.

Yo soy hambre. Soy sed.
Necesidad de historias que contar.
Necesidad de experimentar.
Falta de lágrimas, ganas de ser
Héroe de mis propias tragedias.
Tragedias que yo inventé.

Guardado queda el gris.
Preparado estoy para la violencia
De un color que no existe o no
He encontrado. Vuelvo a ser sed,
Hambre, necesidad, falta y ganas.
Vuelvo a ser Yo.

No debe ser sano, el querer
Ser Yo.

Un recurso utilizado cuando no sé qué subir (Parte IV)

Podría oler cualquier cosa: las flores, el vino, las sábanas, el aire puro… cualquier aroma. Pero tu perfume lo invade todo. Te has ido, pero has dejado gran parte de ti en la habitación. Es una sensación casi asfixiante, el olerte y no verte, como un fantasma que me rodea con una embriagadora esencia. Asfixiante, sí, pero dulce y agradable a la vez, como una paradoja personal. Me ahogo sin oponerme. No puedo respirar, pero no quisiera rodearme de otro olor que no sea el tuyo. Si la muerte tiene esta fragancia, que me lleve con ella sin pensarlo dos veces.