domingo, 26 de abril de 2009

La insoportable levedad de un "Te quiero"

Una mirada, una mera sonrisa o cualquier otro detalle efímero son suficientes para creértelo. Clamas tus sentimientos al aire con un grito escrito en mayúsculas. Llevas Amor como nombre de pila y una fecha como apellido. Nadie quiere en este mundo ni en los otros como lo haces tú (Qué sabrán los otros del amor). Quieres a todas horas, amas todos los días. Marcas árboles, bancos y paredes con tu querer. Todo en sólo 6 días. Pero al séptimo día todo acabó.
No has tardado en curarte gracias a otra mirada, otra sonrisa y otro detalle. ¿Antes estabas enamorado? ¡Ni punto de comparación! Esto es mucho más fuerte. Una sensación de cosquilleo te muerde el cuerpo. ¡Esto merece ser anunciado! Las letras no son lo suficientemente grandes ni el sonido del teclado lo suficientemente fuerte. ¡Cuánto amor cabe en ti! Lleno otra vez tan sólo en 3 días. Pero no duró mucho más.
La honda tristeza en la que te sumergiste era un simple charquito. Ese cosquilleo no serían más que gases. Ahora sí que sí, lo has encontrado de verdad. El amor ha llamado a tu puerta. Una bolsa incendiaria te ha dejado, pero te enamoras de esa bolsa. ¡Alma cándida! La quieres con fuerzas triplicadas que la vez anterior, y de la primera, ¿quién se acuerda? Solo esperas que, esta vez, dure lo suficiente como para que merezca la pena decir “Te quiero”.

jueves, 23 de abril de 2009

En honor al Día del Libro.

No quiero ni me siento capaz de dejar pasar este día sin darle un pequeño homenaje a la Literatura. Por ello subo un pequeño poemita de Salinas (¡el del fútbol no!), llamado La voz a ti debida.

Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.

Pedro Salinas, La voz a ti debida

martes, 21 de abril de 2009

Recurso utilizado cuando no sé qué subir (Parte III)


Dulce. Las fresas y la nata. El vino y su correspondiente brindis. Comerte a besos y morderte. El tenerte cerca, para mí solo, para nadie más. Agarrarte la cabeza con suavidad, pero firme. El placer de empezar con el postre. Los entrantes están servidos.
Salado. Las almendras. Me dejo llevar por ti sin dejar de disfrutarte, de saborearte. Nuestras bocas se han juntado y parecen no querer separarse. Hemos gustado el primer plato.
Ácida y picante se ha vuelto la noche. Amarga será la despedida. Pero no pensamos en ello. Sólo descubrimos sorprendidos que nos hemos vuelto el plato favorito del otro durante un tiempo. Y, sin remordimientos, cometemos el pecado de la gula junto a la lujuria. Nos vamos ganando un billete de ida al infierno. Pero el infierno puede esperar, aún nos queda mucho por comer.

150 visitas!!

Casi nada :D

domingo, 19 de abril de 2009

El Tiempo

Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza. (No sé si expreso esto bien.) Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre una vez ha vivido libre del aguijón de la muerte. ¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifra de la eternidad. ¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño?
Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol. La vida estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra, y sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus seis puntas de paño rojo. Subían hasta los balcones abiertos, por el hueco del patio, las hojas anchas de las latanias, de un verde oscuro y brillante, y abajo, en torno de la fuente, estaban agrupadas las matas floridas de adelfas y azaleas. Sonaba el agua al caer con un ritmo igual, adormecedor, y allá en el fondo del agua unos peces escarlata nadaban con inquieto movimiento, centelleando sus escamas en un relámpago de oro. Disuelta en el ambiente había una languidez que lentamente iba invadiendo mi cuerpo.Allí, en el absoluto silencio estival, subrayado por el rumor del agua, los ojos abiertos a una clara penumbra que realzaba la vida misteriosa de las cosas, he visto cómo las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar.


Ocnos, Luis Cernuda

sábado, 18 de abril de 2009

Gotas frías


Cada fría gota de lluvia mereces.
Cada gesto malintencionado,
Todos tus tropiezos te has ganado.
Lo has vuelto a hacer, no sé
Qué habías estado esperando.

Demasiados pensamientos
Para una cabeza tan pequeña.
Demasiados insectos
Para una boca tan absurda y delicada.
Cada fría gota de lluvia mereces.

El agua te cala los huesos,
Te reconoce y castiga. Ella sabe
Lo que has hecho.
Deja que el frío te queme, el suave
Cosquilleo del remordimiento.

Cada fría gota de lluvia mereces.

jueves, 16 de abril de 2009

Un recurso utilizado cuando no sé que subir (Parte II)


Se dilatan las pupilas, asombradas. Jade y ámbar fundidos en uno solo. Las pestañas casi se tocan. Tus ojos tienen hambre de los míos; y mis ojos, sed de ti. Nuestros cuerpos se mueven, pero los ojos permanecen inmóviles, encantados de haberse conocido. Me miras, te miro. Me guiñas y me derrito. Cierro los ojos, pero los tuyos se han quedado grabados en mi mente. Nada como saber que me estás viendo para dejarme llevar y no comerte sólo con los ojos.

miércoles, 15 de abril de 2009

Rompimiento de Gloria


Nosotros, el ser humano en general, tenemos un problema muy serio. Durante siglos, hemos vivido con tal temor a lo trascendente (o falta de él), que nuestros ojos sólo se han acostumbrado a la cegadora luz de un rompimiento de gloria. Toda nuestra historia se ha desarrollado subordinada a algo que está más que fuera de nuestro alcance, que por lejano únicamente somos capaces de ver con la razón. La obsesión por el amor y el odio al mundo perfecto que nos espera ha sido la base de todas las atrocidades, todas las injusticias que hemos cometido. No podemos culpar a nadie salvo a nosotros mismos.

El amor a lo trascendente nos arrebata la libertad, y lo mismo hace el odio hacia él, ya que la no-creencia de algo conlleva el hambre pantagruélico de asesinar y despedazar aquello en lo que no se cree (Algo un tanto irónico. ¿Cómo odiar algo en lo que no se cree?). Como dice un filósofo de nombre complicado, queremos "matar a Dios" o ,en el otro caso, engrandecerlo en su mayor exponente. Pero, para variar, nos hemos equivocado en los métodos. Matar a Dios no puede conllevar matar a personas. Maximizar la figura de Dios a través de la muerte también es algo más que repugnante. Es increíble la necedad que nos ha caracterizado al darle tantísima importancia a algo que no sabemos si existe o no.



Como suelo decir: Ya que vamos a ir al Infierno, hagamos de la Tierra un Paraíso. Olvidémonos de Dios y vivamos, no creo que a Él le importe que queramos ser felices mas allá de un posible Juicio.

Buscando palabras...

sólo encontré imágenes. La comodidad del ser humano ante su maldad da auténtico terror, más incluso que la maldad en sí misma.

lunes, 13 de abril de 2009

¿Señales del cielo?

Ayer vi una libélula y no tuvo el efecto que me esperaba y temía. Me alegro por ello.

No tiene mucho sentido si no se me conoce, lo sé. Sólo quería comentar alguna anécdota y dejar tanta literatura.

domingo, 12 de abril de 2009

Indeterminación

No saber qué éramos fue nuestra mejor arma. Bendita Indeterminación. Veíamos a los demás, cómo se preocupaban por organizar sus propias vidas y nos reíamos. Éramos felices sin ser nada. Éramos felices sin nada más. No saber qué éramos fue nuestra (mía, más bien) perdición.
Somos humanos, al fin y al cabo, y necesitamos ser algo. Maldita Indeterminación. La indiferencia al tiempo se convirtió en vistas al final, en el miedo por que todo acabara. Las risas dieron lugar a la necesidad de saber y de dar pasos hacia delante. Eras feliz sin que fuéramos nada, pero yo no. Yo necesitaba algo más. No saber qué éramos fue el principio del fin. No saber qué éramos nos condenó.

sábado, 11 de abril de 2009

Un recurso utilizado cuando no sé que subir (Parte I)


Un sonido, y otro, y otro. El silencio se rompe en la habitación. Puedo oír tu respiración jadeante mientras el dormitorio cobra vida: de las paredes surge el ritmo musical de la radio en la habitación contigua; el viento silba con furia tras la ventana, celoso de no poder entrar con nosotros; y la cama se queja con cada movimiento, aquejada ya por la edad. Por mi parte, rompo la aparente calma de los demás muebles contando chistes estúpidos. Ya sabes que los nervios me hacen ser un poco idiota. Pero tú te ríes bajito, besándome la oreja. Todo el ruido se vuelve armonía, una composición de notas y silencios que nos envuelve una vez que apoyo mi cabeza en tu pecho, pudiendo así escuchar tu corazón.

lunes, 6 de abril de 2009

Pasadopresentefuturo

Ves tu pasado cayendo por el sumidero y no sabes a donde irá. ¿Qué será de los minutos, las horas y los días que has vivido? ¿Se han ido todos? Eso no importa, no te quedas solo.
El presente continúa a tu lado, pero parece darte la espalda. Ves que no recibirás respuesta alguna de él, ya que simplemente está ahí, estático y despechado por tu falta de atención, así que te dispones a buscar el futuro. Y, como esperabas, no lo encuentras, vayas donde vayas el se te adelantará 3 pasos. Es tu futuro, ¿recuerdas? Sabe donde estarás inmediatamente después.
Vuelves con el presente y, no sin antes pedirle perdón por haberlo ignorado, le preguntas cómo dar con tu futuro, ese gran desconocido.
- ¿De veras crees que lo sé? Saber donde está tu futuro me convertiría en tu propio futuro, zopenco.
- ¿Podrás perdonarme algún día?
- Ahora mismo no.
¿Que es lo que queda? Siempre puedes tirarte por las tuberías en busca del pasado. Cosa fácil, ya que él es el único que te va a recibir con los brazos abiertos. Tu pasado se convierte en el perfecto huésped, tan cálido y nunca aburrido. Pero, gracias a Dios, ves sus garras, que te atraparían fuertemente y te sería muy difícil zafarte de ellas.
Finalmente decides quedarte con tu presente. Tal vez esté resentido contigo, pero son solo celos hacia los otros dos. Algún día tendrá que perdonarte, ¿no?
- Ahora mismo no.

sábado, 4 de abril de 2009

Marcha atrás


Íbamos marcha atrás, sin mirar.
Caminábamos de espaldas,
buscando algo a lo que aferrarnos,
seguridad alguna más allá
de lo que dejábamos
a nuestro paso y podíamos ver.

Íbamos marcha atrás, como
cangrejos sin pinzas.
Te quise coger la mano para tener
fuerzas y darme la vuelta.
Pero opté (optamos) por hacer
de nuestra cobardía nuestro grito de guerra valiente.

Y continuamos yendo marcha atrás, sin mirar,
hasta que alguno de los dos
no pudiera más y se parase.
¿Quién será? ¿Cuál de nosotros dos se decidirá?

Tú no podías ganar, pero yo quise perder.
Yo, y sólo yo debo pagar el precio de nuestro fin pactado.
Yo me encargaré de la cuenta, tú invítame a sufrir.

Tú no podías ganar, pero yo quise perder
en esta carrera marcha atrás.

Tú no podías ganar, pero yo te quise querer.

miércoles, 1 de abril de 2009

Empiezas


Estás solo. Está oscuro. Te sientes alterado.
Intentas combatir las tinieblas alzando la mano, tanteando el aire hasta encontrar una pequeña lámpara que enciendes. Con un débil haz de luz que apunta a una mesa, encuentras el objeto de tu nerviosismo: una hoja en blanco.
Sigues estando solo y alterado, pero ya no está oscuro.
Haces acopio de valor y te enfrentas a la inexplicablemente amenazadora hoja de papel. Te está retando en silencio, sin decir nada. Tú, en cambio, muestras tu arma y te dispones a atacar, pero nada sale de ti. La escena se mantiene estática, inamovible. Parece que te ha ganado.
Te sientes alterado, pero ahora no pareces estar solo.
- ¿Puedo ayudarte? – dice una voz a tu espalda.
Te giras sobresaltado y ahí está. Te encuentras a ti mismo, mirándote sonriente. Sois idénticos, pero él desprende algo que tú no tienes: maldad. Sus ojos parecen devorar el folio con ansia.
- ¿Puedo ayudarte? – repite de forma educada, pero amenazadora.
- ¿Quién eres? – preguntas asustado.
- Tu inspiración.
Su sonrisa se ensancha, mostrando unos dientes afilados. Finalmente, te apartas y dejas que tu inspiración trabaje, ella sabrá lo que hacer.