lunes, 25 de mayo de 2009

Un niño sin boca

De pequeño conocí a un niño sin boca,
De ojos secos, mano temblorosa.
Un niño que se esconde en letras.
Conocí a un niño añil, un crío
Que era objeto y fusil. Un arma sin devoción.

El pobre no tenía labios, no tenía dientes.
Conoce el mundo a través de la franqueza
De un silencio. No se le escucha.
Tal vez no quería ser oído. No se le siente.

Conocí de pequeño a un niño
Que no hablaba con los ojos. Sus pupilas
Eran sequías. Sus manos eran
Las que, por sus ojos, lloraban tinta.

De pequeño conocí a un niño sin boca,
Tímido y esquivo, tras símbolos que forman su nombre.
Ellas le protegen, le cubren como
Una crisálida. Y él no quiere salir.

Disimulado, silencioso, frágil.
Sigiloso asesino, amante callado.
El niño vestía de azul. No quería ser visto.
Lo vi escribiendo un poema.

Aquél poema contaba lo triste
Que le resulta hacer daño, pero es
Lo que mejor sabe hacer. Por ello prefiere
Arañar sus propios versos contra él.

De pequeño conocí a un niño sin boca
Del que me enamoré. Y lo amé.
Y sentí la necesidad de hacerle gritar,
De ser su inspiración. Y lo fui.

0 comentarios:

Publicar un comentario